Mujeres sin hombre
Ivonne se confunde en su personaje, María Elena. A veces pensamos que es ella, otras veces pensamos que es otra…su autora. Su personaje nos lleva a un viaje por la vida, un comenzar y recomenzar, una vida en la que se va haciendo más consciente de lo que es, una mujer en un mundo de hombres. Una mujer que comienza a tejer sus ideas feministas y a ser consciente de lo que el Feminismo trae a su vida. Su relación con su madre, su esposo y su hija es contada de manera muy vivencial. A veces pensamos que es María Elena quien habla…otras pensamos que es su autora… “Comenzar de nuevo y en un país extraño es solitario y duro”, nos dice María Elena….
“La vida es espacio para imaginar y crear. La imaginación- crear una historia, crear tu propia historia- es la herramienta de la vida. Los personajes y la trama son el vehículo que hacen posible realizar la imaginación, crear la historia. La vida se imagina y se escribe al vivirla, y viviéndola se estimula la imaginación. Los escritores solo cuentan y recuentan la historia en ficción e imaginación realizada. Toda historia, aún tu propia historia, tiene un final que imaginar y que escribir. Quizás el final que no es un final sino la continuación de nuevos comienzo. Y como la vida es el espacio para crear e imaginar, el final o el nuevo comienzo de este relato todavía están por imaginarse y escribirse”.
María Elena es una mujer decidida y aventurera. No le teme a lo nuevo y radical. De hecho, su vida ha estado marcada por intrépidos movimientos, nuevos comienzos y una gran imaginación.
El primer gran comienzo se da en 1970, María Elena tenía apenas 18 años de edad y, sin saberlo, dio y ganó su primera batalla feminista. Sucede que a esa edad María Elena se fuga de su casa en donde vive con su mama, un hermano y dos hermanas. Sale despavorida para evitar que la forzaran a casarse apresuradamente porque su hermana encontró pastillas contraceptivas en su cartera.
Para esos tiempos tener relaciones sexuales fuera del matrimonio era un pecado serio y solo podía pagarse con matrimonio. Así que su hermana mayor y su mamá planearon la boda. Días antes, María Elena aprovechando un descuido sale de su casa para no regresar. Su hermana mayor la sigue y llama a la policía. La policía detiene el auto y le dice a la hermana que no puede hacer nada porque ya María Elena era mayor de edad. De esa manera, termina el capítulo de la familia en la vida de María Elena, no sin antes recibir de su hermana su sentencia, al decirle, si te vas ahora no regreses estás muerta para nosotros.
Y así fue, María Elena nunca más regreso y ya han pasado 45 años. Esta fue la primera batalla feminista, María Elena no permitió que la obligaran a un matrimonio en contra de su voluntad y no permitió el control familiar.
Luego de esa traumática ruptura se muda a su propio apartamento, lo comparte con su novio y continúa en la universidad hasta conseguir su grado universitario. Estos años fueron importantes en su vida, en la universidad se politiza y se convierte en activista independentista. Para esos años conoce a Héctor, el padre de sus hijos.
Durante esos años, fue relativamente feliz hasta que su militancia independentista choca con sus inquietudes feministas, con sus anhelos, con sus proyectos de una sociedad igualitaria. La izquierda y el movimiento independentista eran- y quizás todavía lo son- dominados ideológicamente por la supremacía del hombre y un fuerte machismo permeaba las relaciones personales y políticas.
En ese momento, se enfrenta con el doble rompimiento, el político- con el independentismo- y el personal con el padre de sus hijos. Fue en esas circunstancias que deja la isla para aventurarse en una nueva vida en el exilio y dejando atrás lo que fue su vida hasta ese momento. Otra batalla feminista en la cual María Elena imagina un mundo distinto y reta los esquemas tradicionales de la mujer.
Fue en 1982, que se mudó a Nueva York abriéndose así un nuevo capítulo e iniciando un nuevo gran comienzo en su vida. El trabajo académico e intelectual siempre le ha interesado y se le presentó la oportunidad de ingresar a un prestigioso programa doctoral. Viaja a NYC con $12 en su bolsillo en pleno invierno vistiendo un abrigo de segunda y bien pasado de moda. Por suerte, iba como becada y tenía su vida académica y personal asegurada por los próximos 4 años. Esto fue de gran alivio.
Así empezó mi vida en el exilio, recuerda María Elena. ¡Que fascinación por el trabajo teórico e intelectual! La cuestión del género, la izquierda, el marxismo, el nacionalismo. Esos fueron tiempos inmemorables, tiempos que recuerda con gran emoción y nostalgia. “Pero para esos tiempos algo aún más significativo estaba sucediendo. Mi búsqueda por la oportunidad de participar en un movimiento político con posibilidades reales de cambiar el mundo, había comenzado. Ah, la nostalgia y la añoranza, que sentimientos tan poderosos son los que crean la ausencia y el exilio, piensa María Elena.
¡Que lejos está mí tierra y sin embargo que cerca!. Pues estamos en territorio donde la sangre se mezcla. Tanta distancia y caminos, tan diferentes banderas y la pobreza es la misma. Los mismos hombres y mujeres que esperan. Yo quiero romper mi mapa y formar el mapa de todos, mestizos, negros y blancos, trazándolo codo a codo. Ayúdeme compañero, ayúdeme compañera.
Las noches húmedas y silenciosas me recordaban que mi vida ha sido el constante movimiento de dos mundos distintos. Cálido mundo tropical oloroso a culantro y a rosas, caliente mar, perfumado de recuerdos. Frio mundo del norte permeando mis huesos con congelados sentimientos. Tormentoso mundos de sinsabores, frustraciones y dolor, moldeado de sueños y recuerdos, solloza María Elena.
¡El racismo y la discriminación que realidad tan intensa! La vida del puertorriqueño en Estados Unidos más que un sueño es una pesadilla. El mito de la gran ciudadanía americana, lentamente destruye o coarta al espíritu puertorriqueño humillando nuestro orgullo nacional y personal hasta convertirnos en ciudadanos de segunda, destinados a la agonía de la pobreza y marginación, o a la entrega y venta de nuestra alma y dignidad. Sí, se corrige, hay un sector de profesionales que rompen este esquema pues no viven en pobreza o marginados y no han vendido su dignidad renunciando a su herencia, pero ellos desesperadamente luchan por sobrevivir en el “sueño americano” viviendo una asimilación parcial o total.
La búsqueda por la oportunidad de participar en un movimiento político con posibilidades reales de cambiar el mundo que María Elena había comenzado, dio frutos. Encontró un movimiento revolucionario el cual no solo era una posibilidad real para transformar el mundo sino que a la vez le daba las herramientas necesarias para mejor responder a las presiones emocionales, políticas y espirituales que el exilio y el activismo social imponía.
Por 25 años, María Elena se dedicó al activismo social en Estados Unidos participando en el movimiento independiente de desarrollo humano y terapia social con base en Nueva York y grupos en San Francisco, Boston, Atlanta, Newark, Chicago y conexiones en todos los continentes del mundo. María Elena públicamente ha reconocido que su militancia en el movimiento revolucionario de desarrollo humano y terapia social, le permitió entender mejor el cómo funcionan las sociedades modernas. “Durante esos años aprendí cómo las instituciones sociales, la psicología, la cultura producen y reproducen el mundo en que vivimos, el mundo que queremos transformar”, se afirma María Elena. Aún más, continúa en su reflexión, esos fueron los años de mi aprendizaje en una nueva metodología revolucionaria, la transformación del mundo, nuestra transformación y crecimiento emocional y humano como parte de un mismo proceso revolucionario.
La tarea entonces se vio más clara, el deber de todo revolucionario es el de construir ambientes y contextos que estimulen y hagan posible el desarrollo emocional y humano a la vez que vamos transformando al mundo. Transformar el mundo creando nuevas instituciones que coexistan con las instituciones dominantes y que en el proceso aquellas generalicen las nuevas formas de vida y cotidianidad.
Nuestro carácter humanista se colocó en perspectiva asignándole un rol dominante en el proceso revolucionario. A la vez se descubre el necesario rol de liderato que la mujer tiene en ese proceso de construcción (sacar) de un mundo nuevo del viejo mundo. Es la mujer quien dirigirá la creación de (sacar) una nueva vida de la vieja. María Elena, estaba imaginando un mundo distinto, nuevo. Con esta nueva práctica política ahora ella sí podía unirse a muchos otros y vivir su vida construyendo ese mundo, ese mundo imaginado y ahora real, posible. ¡Que descubrimiento metodológico tan impactante! Transformar al mundo mientras nos transfórmanos a nosotros mismos, y transformándonos todos, mientras transformamos al mundo.
La dialéctica entre lo individual/personal y colectivo/ social. Esos 25 años fueron bien vividos. Por siempre estaré agradecida al movimiento de terapia social por la oportunidad que me dio de aprender y vivir en práctica su metodología política, por el amor que recibí y por amor que pude reciprocar. No dudaría decir que esos fueron los mejores años de mi vida, proclama María Elena con pasión.
Para 2011, luego de 25 años de una vida plena, productiva y excitante en Estados Unidos, María Elena se encuentra extenuada y en una compleja y difícil encrucijada. Por segunda vez en su vida, se encuentra en frente de una doble ruptura, la renuncia a su militancia política en Estados Unidos y la separación de su pareja de 27 años. Esta vez no había inquietudes feministas o políticas, era solo que estaba cansada y era tiempo para un cambio.
Para María Elena la vida en Estados Unidos había llegado a su límite, se sentía atrapada y necesitaba un nuevo comienzo. La ruptura con su pareja de entonces fue difícil, pues no le fue fácil dejar atrás 25 años de una hermosa vida juntos. Meses después de esa ruptura, María Elena renuncia a su militancia política y por tercera vez en su vida inicia un nuevo gran comienzo lleno de expectativas y tribulaciones.
Este doble rompimiento dejó serias y dolorosas pérdidas emocionales y materiales. María Elena se quedó sin nada y a los 62 años de edad, volvió a empezar desde el principio, sin recursos, sola y con el alma cansada y adolorida. Por dos años intenté adelantar mi vida en Allentown, Pennsylvania, con mi corazón adolorido y rodeada de una gran soledad y vacío, solloza María Elena.
Estos 62 años me pesan, las decisiones y movimientos duelen mucho más a los 62 años y ¡la vida pesa mucho más! Y extrañé tanto a Mark, a mis amigos, y a la vida que tuve por tantos años. Intenté llenar mi vida con otra gente y otras actividades. Pero era claro que para una mujer sin pareja y fuera del círculo familiar no había muchas alternativas de vida, excepto la iglesia y créanme, también lo intenté. Por dos años, todos los domingos iba a una iglesia cristiana a la que la comunidad gay frecuentaba. Me gustó, me sentía cómoda y además conocí mujeres interesantes, inteligentes y dedicadas a su fe. Pero yo no era una de ellas, no podía seguir pretendiendo una fe que no sentía. No soy cristiana, soy comunista. Me aleje y partí para el Ecuador.
¿Por qué Ecuador?
Hoy es uno de esos días que claramente te recuerdan que estás en la costa ecuatoriana, se reclama, María Elena. Días calientes y soleados. Días, sin brisa y con un ejército de mosquitos y todo tipo de insectos proclamando su espacio y reino. El calor ha creado una atmosfera de vapor caliente y asfixiante. Este es el invierno en la costa ecuatoriana, caluroso y sofocante. Pero qué hermoso el mar azul turquesa y qué tibias las aguas de este mar violento, de interminable furia. Si, aquí estoy, en el Ecuador. ¿Porque Ecuador y no Puerto Rico?, se preguntó.
Siempre soñé con vivir cerca del mar y necesitaba volver a la cultura latinoamericana. Hablar español, escuchar música en español, si necesitaba envolverme en un ambiente que me retornara a mí más íntimas vivencias y recuerdos. Realmente no sé por qué no consideré Puerto Rico, quizás porque sentía demasiadas ataduras y emociones, o quizás por lo contrario, porque no sentía atadura, emoción o urgencia de volver.
Por otro lado, Ecuador, continua María Elena, es un país hermoso, tiene mar y una gran variedad natural y ecológica. Ecuador tiene costa, tiene sierra, grandes y majestuosas ciudades, y pequeños e intrigantes pueblos.
“En estos días estoy leyendo el libro Atahuallpa, épica novela histórica del Ecuador, del escritor ecuatoriano, Benjamín Carrión. Esta novela relata los tiempos de la conquista y exploración del Perú y el continente sur por Francisco Pizarro. Detallada y hermosa manera de escribir los antiguos tiempos del poderío Inca, cuando sólo había un continente con grupos y culturas.
“A través de la novela me adentro en un mundo fascinante y felizmente me sorprendo de lo mucho que aún queda de esos tiempos en el Ecuador. Nombres de ríos, mares y poblados, y sobre todo el disfrute de viejas tradiciones. Este es un país con miles de años de historia y esta fuerza milenaria se vive diariamente. Nombres de sitios que aún existen, Esmeralda, Atacamez, Guayas, Guayas-quil. Comida que aún se saborea, como las bolas de plátano, además de la existencia de naciones indígenas con sus impresionantes historias que aún luchan por preservarse”.
Ecuador, pensé, es el sitio ideal para jubilarme y comenzar una nueva vida. Sobretodo, vivir en un país que ha iniciado una revolución socialista es excitante. Alianza País es un movimiento unitario de muchas organizaciones ecuatorianas unidas por el deseo de romper con la oligarquía y la corrupción política. El impacto de este gobierno se nota. Más eficacia en la administración del país, pero sobre todo, el monumental inicio del rompimiento con la desigualdad social, cultural y económica. Nada es perfecto, pero indudablemente, este es un proceso, hay que reconocer y respetar. ¿Ecuador? Por qué no, y ¡aquí estamos sacando una vida nueva de la vieja!
María Elena y Rebeca habían decidido aventurarse y comenzar de nuevo en el Ecuador pero no anticiparon lo difícil que sería vivir juntas. Rebeca no está acostumbrada a compartir sus emociones y decisiones, a compartir sus pensamientos. María Elena esta físicamente presente pero aun así Rebeca vive una vida solitaria y es difícil acercarse emocionalmente a ella. Su carácter no ayuda mucho pues Rebeca es lo que llamaríamos en Puerto Rico, “cojonuda” y testadura, nunca pierde, siempre tiene la razón.
Por otro lado, María Elena siempre ha tenido la voz cantante en su casa y negociar con Rebeca es casi imposible. María Elena, como psicóloga al fin, le gusta hablar, discutir las diferencias y sentires. Por otro lado, Rebeca no quiere compartir las emociones y se cierra a dialogar sus intimidades. Hay un impasse. Rebeca no ha compartido con María Elena nada sobre la relación con su pareja recientemente fallecido. No ha compartido su dolor y soledad. María Elena ha decidido no preguntar.
Esta es una mañana agradable. Caliente pero con una suave brisa y así puedo disfrutar del mar. ¡Este impresionante mar! Su furia y persistencia embate la orilla con desespero y amor. Un amor impaciente por besar los contornos de la orilla, contornos que se forman y reforman de nuevo en cada beso de la apasionada arena y agua salada. Este mar, como amante fervoroso y complaciente, se deja llevar amorosamente hasta el éxtasis al besar la movediza arena del Pacifico. Mar Pacifico de frías aguas, violento e inesperado. Fantástica invitación al amor y al deseo, piensa María Elena. En el Ecuador hay una atracción especial por Puerto Rico y los puertorriqueños. Todo el mundo conoce a Marc Anthony y a J López. Hemos visto personas vistiendo camisetas con la bandera de Puerto Rico y diciendo soy boricua, pero cuando les preguntamos si son puertorriqueños, no dicen, lo que pasa es que nos gusta la salsa mucho.
Conocí a un hombre que me dijo “no soy boricua pero debí casarme con una puertorriqueña”, sonríe María Elena. También les atrae que tenemos la ciudadanía estadounidense y que podemos ir y venir a los Estados Unidos sin ninguna restricción legal. Sí, es evidente que a los ecuatorianos, hombres y mujeres, tienen una fascinación por lo boricua.
Rebeca es una mujer atractiva, piel morena, larga cabellera y cuerpo caribeño. María Elena también es una mujer atractiva, a pesar de sus 62 años se mantiene activa con un cuerpo bien formado y aun con la chispa sensual de la mujer caribeña. Ambas, madre e hija, les resultan bien atrayentes e interesantes al hombre ecuatoriano. En la comunidad en donde viven las conocen como ‘las puertorriqueñas”. Es interesante que en el Ecuador todo lo que es extranjero resulte más llamativo y recibe trato preferente. Aunque también hay un malentendido, pues la gente piensa que si vienes de Estados Unidos tienes dinero y tratan de sacarte lo más que pueden. “De repente los precios de los servicios y mercancías aumentan y terminas pagando el triple, hemos aprendido a ser discretas y a disimular nuestra procedencia”, refunfuña María Elena.
Aún a los 62 años es excitante pensar en la aventura, en lo desconocido. Este es un bello país y la costa es caliente, exuberante, olorosa a sal y aventura. La pasión y el encanto llenan las expectativas. “Es emocionante ver los caminos que nos esperan”, dice María Elena. Lo inesperado y la incertidumbre son fuerzas que aún me mueven y me indican el camino. Y de eso se trata precisamente, esas son las emociones que busco y disfruto. “¿Ahora que estamos en este país, que vida me construiré?”, se pregunta María Elena.
Todo es tan nuevo que a veces me siento como una extraña en mi propia vida y no me reconozco. Es mi cuerpo y piel pero no me conozco. Si así es, incluyendo mi vida cerca de Rebeca se siente extraña y ajena. ¿Es éste vacío de no reconocerme o la incertidumbre mi nueva realidad mi forma de detener mí búsqueda, de detener mi lucha? O será que me está faltando imaginación para seguir reinventado quién soy? ¿Qué nueva trama e historia debo imaginar, que nuevos personajes y roles debo estar imaginado y realizando? se pregunta María Elena. Aja, filosofando, ¿porque no?, y continua María Elena en su desvió filosófico.
¿Quién soy en este momento de mi vida? ¿Qué pasos debo estar dando? Traigo conmigo un gran peso. Traigo conmigo a mis queridas amistades, traigo sinsabores y dolencias con mi tradicional familia y su intolerancia. Traigo los estragos y supervivencias de amores y desamores.
Atesoro los recuerdos de mi activismo político y de los diferentes países en que me encaminó. Traigo añoranzas y remordimientos de los días que no tuve con mis hijos. Traigo la experiencia de diversos caminos y desvíos, aventuras y descubrimientos. Esa fue mi vida y de esa vida pasada sacaré mi nueva vida, insiste María Elena.
La vida, y las decisiones personales que la impulsan, nos llevan a diferentes aventuras, caminos y encrucijadas. Somos activistas en nuestra propia existencia, somos los creadores de nuestra vida, así que asumo total responsabilidad por lo que fue y por lo que será, por lo que fui, por lo que soy y por lo que seré. Recuerdo un momento de mi juventud, quizás tenía 13 años de edad, sentada en el escalón de mi casa y mirando al cielo me decía, tiene que haber una vida mejor que esta y un mundo más grande allá fuera, que experimentar y conquistar. A esa edad ya imaginaba un mundo pleno de aventuras, de emociones y cargado de conflictos y dudas. Indudablemente encontré ese mundo, o mejor dicho me lo construí.
O acaso es que precisamente la vida es esa, imágenes, sueños y deseos que materializamos con nuestras decisiones y esfuerzos. Hay que tener coraje para imaginar una vida y tener aún mucho más, para crearla. A través del camino recibí apoyo y tuve las condiciones para continuar. Estoy bien consciente que no todas las mujeres tienen la oportunidad para imaginarse un viaje de vida como yo la tuve. Ese viaje de vida fue compartido y vivido con otros y otras, pero indudablemente eran mis caminos y así los viví.
Madre e hija
María Elena tiene tres hijos. Rebeca la hija mayor y dos varones. Mudarse juntas y establecerse en el Ecuador fue un riesgo, piensa María Elena. Madre e hija tienen una relación difícil y tensa. Una relación sin intimidad, sin expresiones de cariño. Rebeca no confía y vive enojada y aislada con un resentimiento profundo y doloroso. Aunque estos sentimientos tienen cierta razón de ser, todo pasó hace casi 40 años y Rebeca sabe que las circunstancias fueron más complicadas y complejas que sólo un simple abandono. Pero aun así no perdona.
La verdad es que Rebeca es realmente una extraña, es mi hija, pero no la conozco, lamenta María Elena. Aunque hemos tenido nuestros buenos momentos, han sido pocos, y el mal sabor de las tensiones, enojos y rencores siempre dominan el ambiente y lo nublan. Sucede que cuando Rebeca tenía 5 años, María Elena imaginando una vida distinta, termina la relación con el padre de Rebeca y por breve tiempo intenta sobrevivir sola y mantener una relación regular con los hijos. “¡Qué ingenuidad, cómo pude subestimar el poder y la moralidad del machismo y las exigencias sociales sobre la maternidad!”, sollozó María Elena.
María Elena, en aquel momento, pensó que es bien común, o es realmente la norma, que el hombre deje a la mujer como total responsable de los hijos y sencillamente desparece de sus vidas. Entonces, ¿porque no es posible que los roles se cambien sólo un poco y, dado que el padre tenía mejores condiciones económicas y tenía más apoyo familiar, asumiera él la responsabilidad de la crianza temporeramente?, ingenuamente se preguntaba María Elena.
Las ideas feministas ya estaban haciéndose eco en el pensamiento de María Elena, la que pronto aprendió que retar las prácticas sociales de la maternidad y el rol de la mujer era declarar una guerra violenta. Aún recuerda María Elena con que rencor y fuerza este hombre respondió. ¡Que osadía la de esa mujer! ¿Cómo se atreve? Su venganza fue aplastante. De la manera más cobarde y a escondidas el hombre conspiró para hacerle pagar su osadía y atrevimiento.
Al tiempo que esto sucedía a María Elena le otorgaron una beca en Estados Unidos para estudiar y hacer su grado doctoral en la Historia de la Mujer y Asuntos de Género. La oportunidad de su vida. Luego de discutirlo con Héctor- el padre de Rebeca- María Elena se va a Nueva York no sin antes decirle, ”tan pronto pueda envió por mis hijos, tomara menos de un año”.
Héctor aprovechando que estaba María Elena fuera del país, pide la custodia total de los niños argumentando que la madre los había abandonado y él no sabía de ella. Así no más, María Elena pierde la custodia de los hijos y se entera que el padre se negaba a honrar una relación entre madre e hijos. A la vez y como resultado, toda una maraña de críticas, ofensas y juicios de todo tipo fue tejida alrededor de María Elena transformándola, a los ojos de los demás, en una irresponsable, egoísta, mala mujer y mala madre.
Desde ese momento el fantasma del abandono materno perseguía a María Elena y a sus hijos. El impacto que esto tuvo especialmente en Rebeca fue destructivo y doloroso. En María Elena la pena fue terrible y el sentimiento de culpa fue abrumador. Ella no estaba preparada para ese golpe y tambaleó por años. Su inmadurez emocional y su ingenuidad la llevó a cometer muchos errores, todos sufrieron las consecuencias y para Rebeca fue desgarrarte. El fantasma del abandono ha torturado a Rebeca toda su vida y aún lo está.
Rebeca, hoy 35 años de edad, ha tenido una vida sin mucha suerte en lo sentimental y sus intentos de asentarse en una relación han fracasado, ella no ha tenido mucha suerte con los hombres. Ella ha amado, sin duda, pero estas relaciones no perduraron. Estos rompimientos han torturado el alma de Rebeca y el espíritu del abandono la ha perseguido a través de los años. Finalmente, cinco años atrás, todo parecía indicar que Rebeca tendría la oportunidad de ser amada, amar y ser feliz. Con su nueva pareja, un hombre mucho mayor que ella, Rebeca parecía haber dejado atrás el fantasma del abandono y que éste había desaparecido para siempre. Pero lamentablemente su pareja muere repentinamente y Rebeca sufrió esta tragedia inconsolablemente.
El fantasma del abandono reaparece y vuelve a dominarlo todo.
La vida es espacio para imaginar y crear. La imaginación- crear una historia, crear tu propia historia- es la herramienta de la vida. Los personajes y la trama son el vehículo que hacen posible realizar la imaginación, crear la historia. La vida se imagina y se escribe al vivirla, y viviéndola se estimula la imaginación. Los escritores solo cuentan y recuentan la historia en ficción e imaginación realizada. Toda historia, aún tu propia historia, tiene un final que imaginar y que escribir. Quizás el final que no es un final sino la continuación de nuevos comienzo. Y como la vida es el espacio para crear e imaginar, el final o el nuevo comienzo de este relato todavía están por imaginarse y escribirse.
Además, mi reto ahora es guiar a Rebeca por un sendero de imaginación. Apoyarla mientras ella imagina su camino, su futuro y escribe su nueva historia. El sendero será confuso y para ella especialmente doloroso, pero necesario. Yo estaré a su lado velando su sueño, tendiéndole la mano.
Confieso que he vivido
Pablo Neruda en sus memorias, Confieso que he vivido, confesó con detalles y belleza que había, febrilmente vivido. ¡Relatando momentos, historias y aventuras, amores y desamores, Neruda proclama satisfecho, he vivido! Yo confieso que he apasionadamente imaginado, que he luchado creando mi vida y que continuaré imaginándola cada día, cada momento. Mi vida, mi historia tiene hoy un nuevo comienzo y le doy la bienvenida una vez más a la incertidumbre de no saber exactamente qué sucederá mañana, pues el mañana aún está por imaginarse y escribirse, concluye María Elena.
María Elena y Rebeca habían decidido aventurarse y cambiar radicalmente sus vidas. Fueron muchas las razones y dolorosos eventos los que las motivaron, y dejando atrás a la ciudad de Nueva York se ubican en Santa Elena, en la costa del Ecuador. Muchos fueron los motivos pero más que nada, realmente ellas si podían aventurase de esa manera pues eran mujeres sin hombre. Nada las ataba.
Esta realidad aunque dura y solitaria engendra grandes posibilidades, planos abiertos e independientes, y sobre todo, produce la libertad de ir y venir, de estar y moverse, de decidir por tu cuenta.
María Elena y Rebeca podían imaginar una vida nueva llenas de expectativas, esperanzas, aventuras y posibilidades. Así que ellas iban imaginando, intensamente. Hoy es uno de esos días en que la ansiedad abruma, piensa María Elena. Comenzar de nuevo y en un país extraño es solitario y duro. Los comienzos siempre son complicados pero si he hacen sin familia, sin pareja, sin conexión con alguna organización o entidad, o sin estar vinculada a un trabajo, realmente se está aún más penosamente marginada. Y esta es la paradoja de ser una mujer sin hombre e independiente. Se paga un precio, se vive la libertad de la soledad, a menos que vivir así, al margen, se transforme en la construcción de formas de vida alternativas.
Es entonces cuando las relaciones interpersonales – como la amistad, el compañerismo, y el amor que va más allá de lo tradicional hombre/mujer- se convierten en la fuente de esperanza y quizás el único apoyo para vivir. Con tiempo y paciencia. Ahora, a darle suelta a la imaginación y reconstruir la vida, que es como sacar una vida nueva de la vieja.
Lo viejo son los deseos, la historia y vivencias que ya traemos enlazadas en lo más íntimos sentimientos y miedos, lo nuevo son las relaciones que deben florecer y madurar acá en este país, Ecuador.
María Elena sigue reflexionando y se dice así misma, “bueno, esto de vivir al margen ya lo han vivido muchas otras mujeres. Mujeres en otras épocas, mujeres pobres y mujeres ricas, mujeres profesionales y mujeres trabajadoras, mujeres negras, indias y mestizas, mujeres heterosexuales y lesbianas”. Aunque claro, cada experiencia es coloreada y condimentada de forma bien distinta, dependiendo de quienes somos y de dónde venimos.
Hay desgarraduras…y hay desgarraduras
Como decía Mario Benedetti…..hay desgarraduras…. y hay desgarraduras.
Mi historia- lo viejo, lo anterior de donde sacaré mi nueva vida- es el feminismo, el activismo político y las decisiones personales las cuales me llevaron a vivir la vida que he vivido, piensa María Elena. Veíamos a el feminismo, como la intención de salvar la relación hombre- mujer al convertirla en una relación de igualdad y respeto. Pero sobre todo el feminismo era la agencia de retar las estructuras sociales, económicas y políticas que moldeaban y reproducen la desigualdad y opresión de la mujer. Queríamos transformar la cultura. Hablábamos del hombre y la mujer nueva.
María Elena, gimió casi al borde del llanto… ¡Que empresa y proyecto! Cuarenta años han pasado. Me decía entonces, si pudiera abstraerme de lo que es y pudiera edificar un mundo nuevo donde no exista lo trivial y lo opresivo. Donde las cosas sean libres y abiertas. Donde nos dejemos amar sin trabas y roles, sin competencia, sin propiedad. Recuerdo decir a los hombres que tuve en mi vida, quiero amar libremente sin que tu poder me controle y quiero amarte sin caer en tu jaula. Quiero amar en vuelo y en vuelo dejarme amar.
Pero claro, esto me llevó a vivir muchos años de soledad y desengaño pues a el hombre le es difícil tratar a la mujer como su igual. Hubo desgarraduras y hubo desgarraduras. Bueno ahora hay que sacar una nueva vida de la vieja, o “sacar un mundo nuevo del viejo”, murmuraba María Elena.
Acabo de hablar con Lourdes, una de mis nuevas amigas acá. Lourdes desde que se divorció, hace 11 años, vive con su mama. Dos mujeres – madre e hija- con una intimidad y cercanía hasta cierto sentido envidiable. Mi amiga viene de una familia de clase media profesional ecuatoriana. Su mama se divorció de su papa hace décadas y nunca tuvo otro hombre. Su padre volvió a casarse y mi amiga Lourdes dice con orgullo- la esposa de mi papa es nuestra amiga y nos hablamos casi todos los días.
Lourdes estaba alarmada porque le envié un email diciéndole que hoy necesitaba una amiga, alguien con quien hablar. Inmediatamente me respondió diciéndome, María Elenita, mi amor- susurra dulcemente Lourdes- llámame cuando quieras, y no te preocupes que aquí no hay hombre. Formas y prácticas alternativas de vida cotidiana. En la vida de Lourdes y su mama, Esperanza, no hay hombres. Esperanza tuvo dos varones y una hembra, Lourdes. Ellas tienen una relación cercana con los hermanos, pero estos no tienen un rol de control o poder sobre ellas y mantienen su distancia. No fue planificado pero así es.
En la vida de María Elena y Rebeca no hay hombre, tampoco planificado, fue la tragedia y el desamor lo que las llevo a ser mujeres sin hombre.
Author Profile
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Ada Ivonne Vázquez es psicóloga. Nació en Puerto Rico y vivió por más de 25 años en Estados Unidos. En South West University, New Orleans, realizó sus estudios doctorales y en el Instituto de Psicoterapia y Normalización de Crisis, New York, sus estudios de post grado.
Ejerció su profesión como docente por más 10 años, además de mantener una práctica clínica por más de 15 años. Su área de especialización e investigación son los temas de género, particularmente la violencia contra las niñas y las mujeres.
De hecho, su tesis doctoral estuvo enfocada en el tema y se tituló "La terapia social como una efectiva metodología para prevenir la violencia familiar".
Además de su trabajo como feminista, le dedicó esfuerzos al trabajo comunitario en las comunidades afro-americanas y latinas en NYC, participando en esfuerzos organizativos relacionados con la garantía de los derechos democráticos de las comunidades pobres en la política de esa ciudad.
Actualmente reside en Ballenita, Santa Elena (Ecuador), donde se ha dedicado principalmente a la escritura literaria y al trabajo voluntario en organizaciones comunales y feministas.
Correo electrónico: ivonne100@aol.com
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Hay palabras escritas que pueden revelarte el verdadero espíritu que guía la idea, de lo que quieres profundamente decir. Palabras que, que pronunciadas en una conversación ocasional, tal vez, no descubran la inmensidad de esa idea. Y es lo que siento al leer tus palabras. Estoy descubriendo y valorando quien ere,