Los males del amor romántico
Relatos y Poemas de Amor y Desamor…
Ivonne Vázquez, feminista puertorriqueña, radicada en Ecuador, es una de nuestras firmes colaboradoras. Es parte del equipo de Voces Visibles. Psicóloga y escritora, Ivonne ha publicado con nosotras dos importantes trabajos: un ensayo crítico sobre la Revolución Ciudadana, sus logros y decepciones en cuanto a los derechos de la mujer ecuatoriana, y un muy profundo “Reclamo abierto de una Feminista”. En esta oportunidad, Ivonne, la escritora, inaugura esta sección con un lenguaje sin temor. Ha decidido dejar volar su creatividad, su imaginación llena de vivencias y ofrecernos así estos relatos de amor y desamor.
Relato sobre el amor romántico
El amor romántico, que a veces lo describo como la búsqueda de las pasiones anunciadas, ha tomado importancia dominante en diferentes momentos y etapas de mi vida. Cuando hablo de las pasiones anunciadas hablo de anunciar la necesidad y el deseo de darle un carácter permanente al romance y la pasión. Los escritos y reflexiones que se encuentran en esta selección testifican, elaboran detalles y dan ejemplos de esa empresa, ¿quizás suicida? El amor romántico, la búsqueda de pasiones y seducción, es una enredadera de amores y desamores, de experiencias, de emociones, de entregas, expectativas y aventuras, que pueden resultar en diferentes grados de violencia contra la mujer. El amor romántico es una forma sutil, y a veces no tan sutil, de ejercer poder y control sobre la mujer, su cuerpo, su tiempo, sus energías, su emocionalidad, su inteligencia.
El hombre es machista, es un cazador, la mujer es romántica, es un corderito, es una vulnerable presa. El hombre machista domina la relación, la organiza, tiende a decidir cuando y donde se construyen los encuentros, cómo se organizan los intercambios, como se organiza el compartir. El hombre generalmente deja los encuentros pendientes, no asume responsabilidad o compromiso por la continuidad o construcción de la relación. El hombre absorbe todo lo que la mujer está dispuesta a dar y más.
La mujer es bondadosa, desprendida. La mujer espera, es paciente y tolerante. El hombre absorbe todo lo que puede y no conoce la bondad emocional. Más aún, reciprocar es una acción que no existe en el repertorio del hombre machista. Lo que el hombre da, lo da por cuenta gotas y bien controlado. Toda esa desigualdad en la entrega es violenta. El amor romántico normaliza esa violencia, es la institucionalización de la violación emocional. Y al final, porque más temprano que tarde ese amor termina, nos quedamos usadas, vacías, solas, humilladas y derrotadas.
Soy feminista y puede que el exponer, el delatar al amor romántico y sus implicaciones personales y políticas, valga de algo. A mí, me da una salida, una manera de hablar conmigo misma, una manera de detener este proceso autodestructivo. Estos relatos cuentan mi historia y la historia de muchas mujeres con los hombres. Cuentan historias de la búsqueda de la intimidad, de cariño y compañía. Además, le dan vida escrita a los esfuerzos de tener intimidad, pasión, cariño con un hombre, sin perderse en la violencia emocional que acompaña al intento al romance.
Si, quizás vivir el amor romántico es mi esfuerzo por toparme con un hombre suficientemente serio como para que me acompañe en este viaje de vida, en otras palabras encontrarme con un “hombre feminista”. ¿Existes los hombres feministas?
Siempre he querido descubrir, mejor dicho, se me iba la vida en descubrir, si era posible crear con un hombre una intimidad, una relación sin caer en la participación de mi propia violación emocional.
Estos relatos es el recuento de esos procesos de arriesgados descubrimientos. Estas son historias, vividas por mí o no, o quizás inventadas, pero son mis relatos y escritos. Son incidencias en el amor romántico, son aventuras y entregas en las que se ofrece mucho. Estos relatos son también, ocasión para la reflexión política feminista. Quizás esta reflexión sirva de algo, pues puede servir para denunciar los caminos destructivos en los cuales la mujer puede enfilarse. Estas reflexiones, poemas y relatos pueden abonar al proceso de inventarnos formas nuevas de amar, formas nuevas de vida, de amistad y comunidad. Pero sobre todo, espero que estos relatos y poemas sean leídos por hombres y les provoquen un mar de preguntas, respuestas, dudas, quejas y por qué no, arrepentimientos.
Estos relatos y poemas cuentan las contradicciones vivenciales de una mujer, revolucionaria y feminista, y al mismo tiempo cuentan de los procesos de descubrimientos y aprendizajes que me llevaron a ver más claramente, mi realidad y las realidades de las mujeres aspirantes a participar en la construcción de sociedades más justas. A través de estas reflexiones pude entender mejor las realidades cotidianas y los esfuerzos de mujeres activistas en la construcción de un mundo igualitario y más armonioso. Compartir estos escritos podría permitirme hablar al nivel más íntimo y personal posible, de una serie de descubrimientos y reflexiones, los cuales quizás nos permitan de alguna manera avanzar hacia la construcción de un mundo mejor.
Definitivamente estas reflexiones y descubrimientos íntimos me han ayudado a construir una vida personal más consistente con mis valores políticos y feministas. Es alentador encontrarme con otras mujeres – y algunos hombres- que están descubriendo y hablando de parecidos procesos y haciendo de nuestras voces una poderosa arma de cambio. Desde NYC hasta Bolivia, desde Ecuador hasta España, desde Inglaterra hasta África, se descubren y se comparten nuevas herramientas para transformar nuestras subjetividades y aportar a la construcción de nuevas formas de vida cotidiana.
Es con la mayor urgencia y pasión, que espero que mis relatos logren transmitir de alguna manera la siguiente idea: que la transformación del mundo y nuestra individual y colectiva transformación y crecimiento emocional y personal es parte de un mismo proceso revolucionario. Si transformamos el mundo creando nuevas instituciones que coexistan con las opresivas instituciones dominantes y en el proceso, aquellas generalicen las nuevas formas de vida y cotidianidad, incluyendo la tarea práctica de reorganizar la dinámica de pareja, quizás así tengamos la posibilidad de cambiar al mundo.
Yo añadiría y no estoy sola argumentando esto, pues otras feministas lo han también planteado, que aunque no queremos admitirlo en voz alta sabemos que es la mujer quien dirigirá la creación de (sacar) una nueva vida de la vieja, es la mujer quien será la lideresa en la construcción de un mundo nuevo, en la transformación de las viejas instituciones económicas, políticas, culturales, de lo público y lo cotidiano. La metodología está clara, seguir a las mujeres para transformar al mundo mientras nos transfórmanos a nosotros mismos, y transformándonos todos, mientras transformamos al mundo. La dialéctica entre lo individual/personal y colectivo/ social, esta también clara.
Entonces las preguntas estratégicas son:
¿Es la revolución posible?,
¿Sería posible revolucionar la vida cotidiana?,
¿Sería posible revolucionar la relación de pareja, sea hombre/mujer, mujer/mujer, hombre/hombre, o cualquier otra combinación de posibilidades?,
¿Será posible que el hombre acepte a las mujeres como lideresas en la transformación del mundo, incluyendo la vida cotidiana y las relaciones de poder que la dominan, la producen y la reproducen?,
¿Podemos revolucionar las relaciones sociales en su totalidad en estos tiempos postmodernos?
¿Podemos cambiar al mundo, y transformar las estructuras económicas y políticas mientras vamos transformando nuestra subjetividad, nuestras vidas y así la vida de todos?
Para añadir a esta complejidad diría que la metodología no podría estar más clara. Pero aún tenemos que lidiar con el reto de que esta metodología no es un método o guía para aplicar, no es un método definido a priori para poner en práctica, sino que es una cotidiana práctica personal y privada, colectiva, política y pública para ser descubierta o construida continuamente, cada día, cada minuto de nuestras vidas, en todos los contextos, en todas las relaciones y a todos los niveles. Y ese es precisamente el reto… y es gigantesco.
Es alentador el encontrarnos con hombres interesados en estas metodologías revolucionarias y políticas feministas. Los hombres en lucha contra los géneros, contra la masculinidad /feminidad, reconocen que el machismo les están pasando factura y que es hora de reconocer lo destructivo de las formas de vida que los géneros crean, incluyendo su propia destrucción como ser humano.Los hombres arrastran unos males no solo violentos y viciosos, sino que además estos males y prácticas violentas los han embrutecido.
Los hombres apenas saben y pueden vivir, pues viven sus vidas con una enorme dependencia, frustración, indecisión e inseguridad, que los paraliza. A su vez, esta experiencia de incapacidad para responder a las más mínimas exigencias de la vida, genera más violencia y los hombres están así atrapados en un funesto y trágico círculo.
La falta de madurez los ha arrinconado a subsistir victimizados por su propia violencia viviendo una vida absolutamente ausente de sentimiento y emoción. Incapaces de crear intimidad viven una vida fría, distanciada y cruel. La violencia que el machismo genera es absolutamente aplastante. Las mujeres han pagado muy caro el poderío de los hombres y ahora los hombres están sintiendo una pequeña muestra de ese terror.
Para tratar de escapar de ese terror y crear fuentes de intimidad, compañía, amor, pasión y sororidad, no mediadas por el amor romántico y sus formas de violación emocional, viví el lesbianismo. En el separatismo encontré algún alivio pero el dominio de los roles de género y las prácticas de poder son igual de fuertes y violentas que en el mundo heterosexual.El patriarcado y las formas de vida que crea, tiene una generalidad cultural, estructural, psicológica, política y económica, aplastante. Nadie se escapa.
Más sin embargo, he ido a través de los años construyendo estas reflexiones, y consciente de mis contradicciones y dilemas, no me doy por vencida y todavía creo en la humanidad. Todavía creo en el hombre y en su capacidad para desligarse de las formas de vida machistas, y sobre todo, todavía le apuesto a las mujeres y a su capacidad de lideresas. Más aun, todavía creo en la posibilidad de encontrar las necesarias pasiones libres y permanentes y sobre todo, creo en la posibilidad de vivir en un mundo pleno de revoluciones y cambios, repleto de placeres, erotismo, respeto, igualdad, activismo, creación, amor y paz para todas y todos. Aquí les ofrezco estos relatos que son vuestros; dejaron de pertenecerme el día que termine de escribirlos hace tiempo atrás. Así que es de ustedes para usar, cambiar o ignorar.
Relatos sobre la busca del romance y la seducción
Hoy es un buen día para escribir un nuevo cuento relatando mis aventuras en la búsqueda de la pasión y seducción a los 62 años de edad. Sé que esta empresa es atrevida y arriesgada pero tengo cosas que decir. Decir y escribir para mí es el materializar mis emociones, mis experiencias. Y además, me ayuda a seguir en mi búsqueda. Tal vez presente cosas interesantes y cómicas, quizás hasta provoque risa y curiosidad, más aún, podría ser que en esta búsqueda de pasiones anunciadas termine imaginando con tal fuerza que se llegue a escribir una historia real, no ficticia. ¡A saber!
Desde joven he sido bien independiente en eso del amor y la sexualidad, me gustan las cosas a mi manera y casi siempre me acercaba a hombres que pudieran responder bien a esa, mi forma de ser, aunque en ciertas relaciones hice excepciones. Pero con lo que no hacia excepción era mi búsqueda de amantes que me dieran romance, seducción. El problema ha sido que ese romance y seducción se esfuman rápidamente. Por eso es que en estos días la búsqueda de las pasiones claramente se trata de anunciar la necesidad del carácter permanente del romance y la pasión en mi vida. Eso es lo que anuncio cuando digo que estoy en búsqueda de las pasiones anunciadas.
Pero yo vivo con un dilema existencial, por un lado esa búsqueda de pasiones y seducción colocan al hombre, la relación/pareja, en un espacio privilegiado en mi vida. Estar en una relación amorosa se convierte en punto central en mi vida y las otras importantes áreas, como mis amistades, la lectura, la escritura, el disfrute de la independencia, la política, se relegan o se posponen. Por otro lado, como activista femenina y revolucionaria mantengo que el colocar al hombre/relación como centro me deja vulnerable, abierta al abuso y al desengaño.
Mi vida es evidencia de esa constante exposición al desengaño. Como revolucionaria sostengo que la mujer tiene mayor capacidad y potencialidad que el hombre para liderar la transformación total de la sociedad. Por lo tanto, el rol de liderazgo de la mujer en el proceso de cambiar la vida (cambios sociales, culturales, y prácticas sexuales), es imprescindible.
Entonces, para ser consistente con esos valores debo darle un espacio privilegiado a mi crecimiento como lideresa, a mi desarrollo emocional y político para así desarrollar las destrezas y fortaleza necesarias para liderar con otras mujeres el proceso político, el cual incluye la construcción de relaciones personales y políticas de nuevo tipo. En las cuales lo central es la construcción de formas nuevas de vida, las que a su vez transforman al mundo, cambiando las instituciones sociales, económicas y culturales que crean y sostienen la sociedad.
Pero por suerte este dilema tiene una salida metodológica, política, personal y práctica. Lo que sucede es que el dilema realmente no existe, verlo como dilema expresa mis limitaciones políticas y emocionales. La realidad es que la transformación del mundo, nuestra transformación y crecimiento emocional y humano, incluyendo nuestra vida cotidiana, es parte de un mismo proceso revolucionario.
Si el deber de todo revolucionario es el de construir ambientes y contextos que estimulen y hagan posible el desarrollo emocional y humano a la vez que vamos transformando al mundo material y político, si transformamos el mundo creando nuevas instituciones que coexistan con las instituciones dominantes y que en el proceso aquellas generalicen las nuevas formas de vida y cotidianidad, entonces la tarea practica es la de reorganizar la vida cotidiana y en especial reorganizar la dinámica de la pareja/s.
Localizando ese transformativo proceso de cambio en la cotidianidad y en la relación de pareja/s, en el centro de mi vida personal y política ha sido una lucha importante a lo largo de mi vida. La búsqueda de pasiones anunciadas es parte de esas luchas y transformaciones. Y en ese difícil y doloroso proceso he aprendido que las mujeres tenemos el potencial estratégico para liderar esas transformaciones.
Si sabemos que es la mujer quien dirigirá la creación de (sacar) una nueva vida de la vieja, ¿cuál es el problema? La metodología está clara, transformar al mundo mientras nos transfórmanos a nosotros mismos, y transformándonos todos, mientras transformamos al mundo. La dialéctica entre lo individual/personal y colectivo/ social, esta también clara.
¿Cuál es el problema entonces? Resulta que del dicho al hecho hay un largo trecho. Esta transformación es el proceso político, cultural, social y personal más complejo que ha enfrentado la humanidad en su historia moderna. Sus implicaciones son tan complejas y monumentales que no creo que podamos tan siquiera alcanzar en ver todas las ramificaciones y consecuencias de esta transformación.
Nuestras limitaciones son enormes y nos enfrentamos a un reto inimaginable, tanto para la mujer como para el hombre. A nivel personal e individual quizás la tarea sea inalcanzable, quizás a nivel colectivo y social tenemos alguna posibilidad de transformación.
¿Sería posible revolucionar la vida cotidiana?,
¿Sería posible revolucionar la relación de pareja, sea hombre/mujer, mujer/mujer, o hombre/hombre, mientras vamos transformando al mundo?
¿Podemos revolucionar las relaciones sociales en su totalidad en estos tiempos post revolucionarios?
Mientras voy construyendo todas estas preguntas, y consciente de mis dilemas, sigo buscando el romance y la seducción, sigo buscando esas pasiones necesariamente anunciadas. No me doy por vencida y todavía creo en la humanidad, todavía creo en el hombre. Aún creo en la posibilidad de encontrar las necesarias pasiones anunciadas.
Les relataré mis más recientes encuentros en esa búsqueda. En los últimos tiempos he tenido tres amantes, con diferentes grados de intimidad, envolvimiento, satisfacción y duración. Estos romances me dejaron ver una vez más lo complejo y difícil, quizás más que difícil esta búsqueda es dolorosa y frustrante.
El vaquero canadiense con sombrero de cowboy blanco. Me encanta la música “country” norteamericana. Y qué de malo tiene que una mujer puertorriqueña escuche canciones de amor “country” en inglés mientras camina la playa en estos bellos atardeceres ecuatorianos, añorando y deseando al vaquero canadiense, ¿mi amante? No, quizás nada malo, solo extraño. Mi “affair” con el canadiense fue corto y efímero. Me hubiera gustado conocerlo más, pero dejó de buscarme y yo le hice fácil la ruptura cuando aludí a lo evidente en el último email que le envié. Le dije: “Amor no me gusta dejar las cosas no dichas. Parece que tú has tomado la decisión de no buscarme más. Gracias por el tiempo que pasamos juntos y por compartir tu sensualidad conmigo”. Así acabó este romance, un amor que murió antes de nacer. Su sonrisa enmarcada en ese sombrero de cowboy blanco, despertaron en mí agradables pasiones. Pero pienso que el vaquero canadiense no pudo responder a mi intensidad y seriedad. El buscaba el amor erótico y efímero. Mientras él buscaba el encuentro insignificante, yo buscaba la entrega incondicional y continua. Yo quería las pasiones anunciadas, él no podía dar más, no podía con el compromiso del romance y la seducción permanente y ese es el amor que busco yo.
El capitán de barco carguero griego. ¡Que pasión! Yannis vive en Nea Ionia, Grecia. Esta región es un suburbio de Atenas y está casi en el centro del país. El mar no está cerca, pero Yannis no lo necesita, pues todos los días viaja por una hora hasta el puerto donde trabaja, y de todas maneras él lleva el mar en su cuerpo, en su espíritu, su palabra. Sí, él lleva el mar adentro; pasar tiempo con mi amante es como navegar en las apasionadas aguas saladas de los océanos, detalladamente vivo y dispuesto a arroyarte, a levantarte en sublime entrega. Todo él sabe a mar. Por eso fue que me detuve en sus costas y así, me quede en su mar.
Mi amante, el capitán griego, es un hombre no muy alto y perfecto para mí. Ojos grandes, cara juvenil y su cuerpo refleja el cuidado de años de trabajo fuerte. Vive solo y se puede ver que su apartamento claramente alberga a un hombre, no muchos detalles de decoración, no muchos detalles femeninos. Solo las fotografías de sus nietos cariñosamente arregladas en la pared dominan la decoración.
No, yo no he estado en Grecia, todo lo he visto a través de Skype. El capitán tiene 60 años y ha viajado el mundo. Ha visitado muchos puertos, ha tenido muchas mujeres. Lo sé, porque hace el amor con seguridad, dedicación y desprendimiento. Él estaba dispuesto a ir a lugares en mi cuerpo, raramente visitados. En esos lugares se detuvo y me provocó chispas de fuego candente, creando unas calenturas insoportables que solo pueden ser manejadas, si las libero.
Que dulce ironía es esta, fue la playa ecuatoriana, el océano pacifico, el que me facilitó imaginar, y navegar hacia Grecia y así conocer a mi amante. Era tan lindo caminar hasta la playa con mi cuaderno en mano, y escribir imaginando su cercanía. Fue en el mar que esta historia nació, vivió e hizo sentido.
¿Qué me atrajo a este hombre, que fue lo que él me dio, que diariamente lo busqué arrebatando de sus manos y de su pecho tesoros guardados? Este hombre me dio algo que he buscado y nunca había encontrado. Yo buscaba al hombre que estuviera dispuesto a entregarse sin reservas, sin luchas de poder. Buscaba al hombre desprendido, al hombre que pudiera sostener conmigo el juego del romanticismo y la seducción. A él no le preocupaba proteger espacios, no le preocupaba controlar tiempo, dominar. Lo único que le interesaba era que yo estuviese satisfecha y feliz. Constantemente me preguntaba, “dime amor, ¿qué te puedo dar”? De mi amante, el capitán de barco, no tenía que protegerme pues él no intentaba controlar la situación, solo quiera amarme.
¿Cómo fue nuestro amor a larga distancia?, pues nos imaginábamos todo el tiempo. Nos tanteamos, “pensé que íbamos a hablar hoy en tu mañana y ahora en mi madrugada y no estás, amor te buscaré luego”. Cuando pensaba del porqué de lo que hacíamos, las palabras fluían con tanta emoción, que el pensar se detenía en él. Pero nuestra marcha siempre continuaba porque desenlazábamos las miles de preguntas y respuestas, porque nos envolvíamos al calor de este mar y así es cuando el dar, el pedir, el recibir nos juntaba de nuevo. Y así nos amamos, todos los días.
Pasaban los días en esta calentura amorosa que transciende tiempo y espacio, ese espacio del Internet que no sostiene las dimensiones tradicionales, no hay día, no hay noches. Las culminaciones son múltiples, lentas, detalladas, exquisitas.
Así pasaron semanas, yo era feliz y pensé que este amor duraría por siempre, pero me equivocaba. Después de volver de unos días de vacaciones con su hija, el capitán comenzó a alejarse y a hacer los encuentros más distantes. De nuevo me encontré en la situación de mencionar el final. Le dije, “mi amor, entre tú y yo siempre ha habido distancia pues tú estás en Grecia y yo en el Ecuador. Pero estos días hay otro tipo de distancia que no es geográfica, sino la ausencia de sentimiento, distancia que es como silencio en el corazón”. El no contestó a ese mensaje y así termino ese amor. Me tomó tiempo recuperarme y aún siento su ausencia.
Mi tierno amante quiteño de 70 años de edad. Jaime es mi más reciente amor, y este amor apenas comienza. Él vive en Quito y es un hombre politizado y de izquierda. Lo conocí a través de una amiga hace un mes y hemos estado hablando por teléfono y escribiéndonos. Jaime es un anuncio de ternura y suavidad en el amor.
Jaime mi amor, quiero ser el poema que te emocione, el susurro que te levanta en las mañanas, la consigna que te da energía durante el día, el murmullo que te relaja y sobre todo, amor, quisiera ser la pasión que alimenta tu día.
Mi amante quiteño conduce su interés por mí lentamente en suaves insinuaciones, sin apresurarse. Solo con un tenue y tierno pedido de interés, me dice, “si no te interesa dormir conmigo hay otra cama y podemos ser amigos”. Yo le creo, tiene ese tono que inspira confianza. Sé que lo sensual habita entre los dos, cuidándose, imperceptible pero real y presente. El viernes tenemos nuestro primer encuentro pasaremos el fin de semana en la playa, de Esmeralda.
Desde antes de llegar al Ecuador tenía interés de visitar esa costa. Esmeralda es donde la comunidad afro-ecuatoriana está establecida. Así que estoy deseosa de oír música con raíces africanas, saborear la comida, sentir el ambiente afro-ecuatoriano, si, será como estar en el caribe! ¡Que emoción!
Además me entusiasma tanto conocer personalmente a mi amante quiteño. Conocer el contorno de su cuerpo, el sabor de sus labios, la firmeza de sus manos, la habilidad de su boca, conocer su forma de entregarse y su forma de amarme. Pero percibo peligro.
Por un lado él tiene una complicada situación familiar, separado de su pareja pero aún viven en la misma casa. Esto trae limitaciones de confianza y problemas de privacidad. Hay algunas cosas que no las veo claras y esto crea ciertas dudas, ¿Es Jaime sincero en este proceso o solo es un hombre tratando de tener lo mejor de los dos mundos? Jaime tiene que enseñarme si esta hecho de fibra íntegra o solo lleno de vanidad. Eso está todavía por verse.
Todavía no sé si él podría lidiar con mis pedidos de entrega total, incondicional. No sé si él podrá responder a mi llamado de pasiones anunciadas, de romance y seducción continuamente, no por 15 minutos. No sé si él podrá lidiar con mi intensidad en la entrega. Yo amo y amo de verdad.
Para hacer aún más compleja la relación, me pregunto si sería posible iniciar un proceso de transformación y de creación de una relación de nuevo tipo con Jaime. ¿Podría yo? ¿Podríamos Jaime y yo reorganizar la dinámica hombre/pareja y localizar ese proceso de reorganizar lo personal y político en el centro de nuestras vidas personal y política? Si sabemos que es la mujer quien dirigirá la creación de (sacar) una nueva vida de la vieja, ¿podríamos Jaime y yo transformar al mundo mientras nos transformamos a nosotros mismos construyendo una relación de nuevo tipo? ¡Que inmenso e intenso proceso!
Pienso que para dos personas como Jaime y yo, nuestra relación solo podría tener futuro si iniciamos un proceso de transformación personal, no funcionaría de otra manera. Percibo y hay peligro. ¿Será este un amor de esos que mueren antes de nacer, de esos amores que dejan mi boca doliente de sal y mi alma retorcida en rechazo y fracaso? ¿O será maravillosamente posible que este relato termine con un estruendoso llamado al amor y a las pasiones anunciadas. ¿Quizás?
Hoy es un día gris, esta nublado. El mar está agresivo y las olas baten la orilla con mucha fuerza. Sin duda hoy es un día para la nostalgia y la tristeza, perfecto día para escribir y relatar mi búsqueda de pasiones anunciadas.
Relato de un último encuentro
Acabo de comprarme un nuevo cuaderno. Hoy lo empecé y quiero llenarlo con material para continuar los relatos de malos y buenos tiempos en mi búsqueda de las pasiones anunciadas, piensa y sonríe María Elena. Sí, mi búsqueda del romance y la seducción permanente. En la búsqueda de esa sensual quimera, y ay si, la búsqueda de mi más íntimo deseo; a los 63 años de edad, aquí estoy. Voy a continuar escribiendo los relatos de mis encuentros con José.
Si, hoy es quizás un buen día para comenzar otro relato. Rebeca acaba de llegar de un viaje por Riobamba y Quito. Por fin se decidió aceptar la invitación de un amigo y se aventuró. Dice que disfrutó el viaje, que Riobamba es hermoso y la vista de los volcanes Chimborazo y Carihuairazo la dejó sin aliento, espectacular. Rebeca regresó entusiasmada, dice que ambas ciudades son hermosas y que Quito como ciudad, transmite las fuerzas de los siglos de historia y la arquitectura refleja la madurez de una ciudad hecha para la historia. Pronto la iré a visitar, aun no conozco a nadie en esa ciudad, pero me aventuraré.
Ahora que Rebeca está de vuelta, me iré a encontrarme con José en Guayaquil. El plan es encontrarnos y viajar juntos hasta Huaquillas, quedarnos allí y al otro día ir a Tumbes, Perú. Salí para encontrarme con José en un día nublado y friolento. Días así son silenciosos y tranquilos, no hay mucho movimiento. Cuando hace frio la gente de la costa apenas sale y las calles están vacías y calladas, sin mucha actividad.
Esta vez voy decidida a conversar con José sobre nuestra relación y sobre las cosas que hemos dejado sin decir. Ya es tiempo de decirlas. Me parece que me encuentro en la posición rara de reservarme cosas, sobre todo las cosas emocionales, siento la necesidad de actuar con recato.
Quiero más intimidad y emocionalidad y no me atrevo a decirlo por temor a sus reacciones. Quiero pasar más tiempos juntos. Tengo preguntas sobre su intención de fidelidad y no me siento cómoda, preguntando. Quiero decirle que a mis 63 años de edad estoy buscando un hombre romántico que le guste enamorar y ser enamorado, seducir y ser seducido. Que busco arrullar con poesía y canciones el camino hacia la pasión y la entrega.
Quiero sentir la paz y satisfacción de esas cosas sencillas de la vida, el tomar el café juntos en la mañana, ver las noticias en las mañanas y comentarlas con él, saborear el romanticismo de encontrarme con él en un terminal cualquiera y esperarlo con ansiedad, quiero disfrutar poder enviarle un mensaje en las noches antes de irme a dormir sólo para desearle las buenas noches. Sí, extraño esas cosas simples de la vida y esta vez voy a decirlo. Ése es mi plan.
Al llegar a Guayaquil encuentro a José enfermo y no de muy buen humor. Yo sabía que estuvo enfermo días pasados pero pensé que ya estaba mejor. Este es un ejemplo de que siempre José y yo dejamos cosas sin decir. El viaje en autobús fue bueno, hermoso paisaje y José durmió casi las 4 horas que duró el viaje. Llegamos a Huaquillas y cogimos un taxi hacia el hotel ubicado en el centro del pueblo justo al frente del mercado. Hum, eso va a ser interesante, pensé en el ruido y la actividad temprano en la mañana. El hotel limpio y tenía lo necesario, dejamos las maletas y nos fuimos a ver el pueblo y a comer.
Llegamos a un sitio que se especializa en mariscos. Comimos bien, José se comió una sopa de mariscos, justo lo que necesitaba para sudar el catarro. De ahí nos fuimos a la frontera con Perú para ir a Tumbes. Queríamos ir a los casinos. Caminamos a través del mercado justo en la frontera entre Ecuador y Perú, tomamos un colectivo y llegamos a los casinos. Tumbes está como a 45 minutos de Huaquillas.
De regreso buscamos un sitio donde merendar y tomar café. Encontramos una plaza repleta de vendedores con todo tipo de comida. Nos cominos unas empanadillas. Curiosos los ecuatorianos le ponen azúcar encima. Yo no, yo me la comí a lo puertorriqueño, salada. De allí nos fuimos al hotel y como José estaba enfermo, descansamos con la promesa de que nos haríamos el amor el día siguiente.
Nos levantamos temprano y fuimos a desayunar a un hotel que vimos de pasada el día anterior: Hotel y Restaurante La Habana. Yo pensé que allí podríamos tomarnos un buen café cubano. Pero no, lo de la Habana es solo de nombre y la dueña es cubana. Nos comimos un rico desayuno típico ecuatoriano, bolones con carne y huevo. El desayuno estuvo bien bueno y quedamos satisfechos.
De allí nos fuimos a andar por el pueblo. Huaquillas es un pueblo fronterizo, pobre. Su actividad principal es el comercio en la frontera con Perú. Tumbes, ya el Perú, es una ciudad grande con más diversa actividad. Volvimos a los casinos y caminamos todo Tumbes, nada impresionante. Volvimos a Huaquillas ya de tarde, a merendar. Temprano en la noche fuimos al hotel, a descansar de un largo día, anduvimos mucho. Nos hicimos el amor y nos dormimos.
Durante la estadía en Huaquillas había tensión. Los casinos no eran agradables pero a José sÍ le gustaban. Al llegar al hotel, José propuso que nos fuéramos al otro día a Machala. Con lo cual estuve de acuerdo, no mucho más qué hacer en Huaquillas o Tumbes. En la mañana siguiente fuimos a desayunar de nuevo al Hotel Habana y a tomarnos unas fotos. De allí nos dirigimos a Machala.
Machala es otra historia, bella y activa cuidad con un ambiente profesional y cultural. Limpia y bien organizada cuidad; le llaman la capital mundial del banano por las grandes exportaciones de plátano. Machala, centro portuario es una encantadora ciudad al sur de Guayaquil.
Llegamos a Machala e inmediatamente localizamos el hotel que José conoce, justo detrás de la plaza principal del pueblo. Nos ubicamos y salimos a dar un recorrido. Fuimos a comer al Puerto Bolívar frente al malecón. Deliciosa comida, pasamos una tarde agradable y romántica caminando por el puerto. Decidimos regresar al hotel para tomar un descanso para luego coger el City Tour. El tour bus da un completo recorrido por la ciudad y sus principales atracciones.
Pero inesperadamente de camino al hotel tuvimos nuestra primera discusión seria. José iba a recargar su celular y dio un número distinto al que usualmente usamos. Le pregunté, extrañada. José me contestó rudamente, diciendo que él quiere tener dos celulares y ya. Claramente molesto por mi pregunta. De repente todo se transformó, de una romántica tarde por el puerto pasamos a un estado de ánimo tenso y molesto.
Todo el trayecto de regreso al hotel estuvimos callados y pensativos. Sabía que algo había cambiado seriamente. Durante los días anteriores habíamos tenido choques y diferencias triviales, pero creo que ahora José había trazado su línea de tolerancia. Sin saberlo, yo había cometido una indiscreción muy seria y lo intuía, pero aun así realmente no anticipé lo que se avecinaba, la ruptura.
Al llegar al hotel nos acostamos a descansar. José mencionó algo sobre regresar al otro día a Guayaquil. Le sugerí que nos quedáramos un día más pues Machala era una bella cuidad y aun podíamos ir a comer cangrejos al sitio que nos recomendaron por la calidad y el tamaño de los cangrejos. Además, le mencioné que habíamos hablado esta vez extender el encuentro a 5 días
José visiblemente tenso y molesto dijo que quería irse temprano al día siguiente, evidenciando un control total sobre el tiempo que pasamos juntos, pues realmente siempre ha decidido por él. Insinúo: “bueno, ¿podemos discutir esto y tomar una decisión juntos?”. Su tensión crecía. José me dice, “¿sabes?, yo estoy acostumbrado por 15 años a vivir solo y a tomar mis decisiones. Esto me está provocando un malestar grande”. Sabía que ese era el momento de hablar de todas esas cosas no habladas. Ese era el momento que compartir lo que estaba sintiendo desde que lo conocí.
Respiro hondo y le digo, “sabes amor, yo siempre he sentido contigo que necesitas tener total control de la situación. Tú necesitas decidir cuándo y cómo hablamos o nos vemos, a dónde vamos y cómo lo hacemos. Estás en constante defensiva. Ese control es tu manera de protegerte, de claramente indicarme tus límites personales. Me has puesto en una esquina en donde me controlas y proteges tus espacios. Yo me siento sin ningún poder de decisión o participación”, termino diciendo. Hay un largo silencio.
Hay cosas que me gustaría saber, ¿qué lugar yo ocupo en tu vida?, le pregunto. Claramente ambos estamos haciendo un esfuerzo por tener esa conversación de la manera más tierna y amable posible. Además intentábamos hablar honestamente de nuestros valores y emociones. Sabíamos que en esa conversación estábamos discutiendo hacia dónde íbamos con nuestros encuentros y el futuro mismo de nuestra relación.
José estaba bien claro en lo que quería hacer y definitivamente no era la negociación contigo, él quería las cosas a su manera y en total control. Se me avecinaba una gran sorpresa y yo no lo anticipé. Él no iba a permitir ningún ejercicio de poder de mi parte, él no podía bregar con eso de dejar un espacio abierto para la negociación. Lo expresó diciendo, “mi libertad me ha costado mucho dinero y esfuerzo emocional, no puedo abrirme ni un poco. Siento en mi cuerpo una fea sensación de miedo, no, no puedo, no puedo estar en una relación donde estas cosas están en discusión, lo siento es mi culpa, soy yo y se siento mal. No quiero seguir con esto”.
Asombrada, afirmé que quizás era lo mejor porque yo no iba a permitir que él me despojara que mi poder de opinar y decidir. Sí, José estaba afirmando su libertad, la libertad a la soledad. El prefería la tranquilidad de la soledad, vivir la vida sin romance, sin pasión y sin compañía. Una vida totalmente bajo su control, pero una vida sin retos, sin conflictos y así, vacía de lo que nos enriquece y nos permite el crecimiento emocional. José prefería la vida sin las contradicciones, sin los retos existenciales que a su vez generan cambio, movimiento, desarrollo.
Yo no quiero vivir la vida de esa manera, yo amo y me doy desprendidamente, no quiero controlar, solo quiero tener igual poder para juntos ir construyendo la relación. Yo quiero y busco las pasiones anunciadas, la totalidad de la seducción y el romanticismo. Yo quiero la tensión del enamoramiento, la intranquilidad de lo incierto en el proceso de conocer a la otra persona. Yo no quiero una paz creada por la inmovible y quieta soledad, yo quiero el ruidoso estruendo del amor.
Y así, José se desprendió insensiblemente, fríamente. Así le puso punto final a la relación. Las cosas vividas y sentidas, las cosas construidas, los sentimientos y pasiones descubiertas atrás quedaron. José se desprendió así no más. Cerró la puerta diciendo, fue un placer conocerte y echó a andar. !Ah!, ¡qué perdida para mí y sobre todo para él!, pues yo si seguiré en mi búsqueda. Seguiré en la búsqueda de las pasiones anunciadas, en la búsqueda de ese romántico amor. Quiero que la pasión y el romance le den forma y sentido a mi vida, llenando no solo los momentos triviales, del café por las mañanas o la caminata diaria por la playa, sino también, los más profundos momentos de desprendimiento y entrega. Esa es la vida que quiero vivir en estos mis 63 años.
Nos dijimos adiós y yo partí de regreso a Guayaquil… sola. Durante todo el viaje me preguntaba una y otra vez, dónde fueron a parar todos los momentos y aventuras vividas. A donde fui yo a parar en la vida de José y en qué caja de su vida me depositó. Me digo una y otra vez para consolarme, si él puede desprenderse de mí y las cosas vividas, construidas y descubiertas tan fríamente. José no es el hombre que yo pensé que era y no es el hombre que quiero y necesito en mi vida.
Yo me resisto a pensar que todas esas simples cosas del amor, vividas, construidas y disfrutadas por los dos, sean depositas en un hueco. En el inmenso hueco que ya José tiene en su corazón y en donde ha depositado a través de los años sus temores, frustraciones y dolor. Yo prefiero escribirlos y dejarlos latentes en mi historia, por eso escribo. Aquí en esta nuestra historia, es en donde irán a parar todos los momentos vividos. Sí, es lo que haré con ellos, eternizarlos en la letra de mis relatos.
De esta manera imagino que esta historia se transforma en un estudio práctico del desamor. Y transformada está, pues este relato es ya el estudio práctico, la deconstrucción y reconstrucción, del desamor. Este relato expresa el descubrimiento de que el desamor es una sistemática locura de olvidarse de lo aprendido y vivido, para así lograr continuar en la búsqueda de las pasiones anunciadas y los nuevos romances.
Hoy es un domingo nublado y frio. Es uno de esos lentos y nostálgicos días que recurren en la costa ecuatoriana, llenos de recuerdos. Sí, hoy fue un buen día para escribir……
Relato de llanto nuevo, de dolores viejos
No sé porque todavía me asombro al ver que esta es la única posible experiencia cuando intento construir una relación con un hombre. Qué triste es vivir de nuevo la sensación de que en este mundo es casi imposible el dar y sostener una relación amorosa satisfactoria.
Desde que llegué al Ecuador he estado en la costa. El clima es bien caliente y seco, y me encanta. Hoy es un día exactamente igual. Caramba, acabo de darme cuenta que he estado en este país por 7 meses y aún no he visto llover de verdad, quizás algunas lloviznas pero no lluvias al estilo tropical, o sea, un aguacero de verdad.
Este, mi primer viaje hacia Esmeraldas, es interesante e intenso. Me abruma una gran ansiedad y emoción porque voy a encontrarme con él, Sí, con Jaime. La incertidumbre de conocerlo, de tantear su cuerpo, sus emociones, su amor. Este es el relato de mi encuentro con mi amante quiteño.
Viajaré por 8 ó 9 horas, este es un largo viaje. Oh, pero qué decidida voy, qué arrolladora me siento. El autobús se detiene en varios poblados para recoger pasajeros. Paramos en Guayaquil, Yahurachi, Babahoyo y Quevedo. Vamos 2 horas tarde, encontramos mucho tráfico y además le policía detuvo el bus para chequeo de seguridad. Tomaron fotos de algunos pasajeros y todos tuvimos que bajarnos del autobús e inspeccionaron el equipaje, nuestros bultos y carteras. Todo esto aumenta mi ansiedad y retardó aún más el viaje. Hable por teléfono con Jaime para confirmar que él está esperándome, ¡qué emoción!.
Por lo menos, el viaje es entretenido. Las plantaciones de arroz y los platanales le dan colorido y belleza al horizonte. Hermoso. El panorama físico es igual que en la costa, sin el mar por supuesto, casas de cemento, algunas casas medio terminadas, algunas casas son de bambú, hay bastante pobreza. Hay también signos de progreso y desarrollo, nuevos edificios y carreteras en construcción.
Mientras, como es la norma en este país, el autobús va vivo. La gente intensa, los ruidos del mundo se concentran en este bus, la música, los niños, las conversaciones de la gente, y si le añadimos los ruido de la calle, ay, ay que explosión de vida sencilla, intensa y en bien alto volumen. El autobús va al ritmo de la cumbia y del “soneo” de los ruidos cotidianos y mundanos.
Al fin llegamos, estaba llena de emociones y con una genuina ilusión de encontrar lo que he buscado, pasiones anunciadas, seducción continua y un amor dispuesto a la entrega total. Un amor que reciba lo que estoy dispuesta a dar. Jaime estaba esperándome, lo reconocí inmediatamente, fue tierno el encuentro. Jaime es un hombre atractivo, delgado y trigueño.
Tardamos tres horas para llegar a Esmeralda y al apartamento donde nos íbamos a quedar; el poblado se llama Tonsupa. Hablamos por todo el camino, oímos música nos tanteamos, nos observamos. Intentamos preguntas para acercarnos, para conocernos, es difícil, complicado y hubo momentos tensos y no claros, pero seguimos nuestros respectivos intentos de adivinarnos, de vernos.
El tiempo voló y llenos de expectativas y temores, llegamos. El departamento es espacioso y cómodo y con mucha privacidad. La playa está cerca y hay una pequeña vista al mar desde la amplia terraza. El sitio es bien tranquilo y apenas se oye movimiento y algarabía. Sitio perfecto para el enamoramiento y el amor.
Y nos dedicamos al intento de amar. Él tenía intenciones y yo estaba en busca de sus intenciones. Nos encontramos. Su cama se transformó en un ring de dulce boxeo, el intercambio intenso de dame, toma, de quiero, más despacio, más ligero, quédate aquí, no te desvíes. ¿Terminaste? ¿Empezamos de nuevo? ¿Próximo round?
Acá en Tonsupa, otra playa pero el mismo mar pacifico, la vida, las emociones no cambian mucho. Ay, como reconozco el sonido de las olas y este olor a mar. La playa es hermosa pero mucho más frecuentada que las playas en Santa Elena, acá hay más actividad y la playa está saturada de voces y cuerpos dispuestos a beber de ese delicioso mar, disfrutando de esta fiesta permanente que es la costa ecuatoriana… y así pasan los días.
Tiempo dedicado a la exploración. La exploración de nuestros cuerpos, de nuestros sentimientos, de nuestras historias. Todos los días salimos a la playa a caminar y fuimos disfrutando paso a paso, sorbo a sorbo de esa sensualidad que solo el mar regala. Calor, brisa, olor a sal, sabor a vida.
Ansiosamente caminamos hacia Atacames; tomamos el bus, paramos a almorzar, conversamos, descubrimos, soñamos. Mientras la vida se desenvolvía lentamente a nuestro alrededor, nosotros calladamente saboreábamos el amor, la cercanía de nuestros cuerpos, el efímero roce de nuestras manos, el secreto de pensar en nuestra próxima pasión. La música nos acompañaba a todas partes. Cantamos, bailamos.
Al pasar los días ciertas cosas se aclaran. Jaime no es tan libre como él piensa que es, pues todavía sus ataduras a la familia son estrechas y evidentes. La presencia de su familia es constante. A veces siento que estoy en la posición de amante, de la chilla como decimos los puertorriqueños. Pero Jaime no nota eso, lamentablemente no lo ve así. Lo hablamos. ¿Qué es lo que él quiere hacer? ¿Para qué me quiere en su vida? ¿Qué espacio tengo? No creo que él lo haya pensado o lo sepa, todavía. Mientras navego en este mar de preguntas, nos acercamos más.
Anoche la distancia fue mucho menos que la noche anterior. Él se me acercaba físicamente y se presentaba con gran ternura y suavidad. Jaime me habló mucho de su pasado, anoche. Mujeres, romance, frustraciones y experiencias de todo tipo, poco a poco con increíble naturalidad las hablaba. Que dulce y sensual. Era como mirarlo y realmente verlo, como notarlo a través de una ventana hacia su intimidad, y fue sensual.
Si, fui feliz en ese momento. Pero la realidad es que Jaime duda. Sabe tímidamente lo que quiere, pero está indeciso. El camino es confuso, complicado y conlleva un esfuerzo político personal enorme. No es fácil a los 70 años enfrentarse con la realidad de que has vivido una vida o gran parte de una vida vacía de pasión, de excitación, llena de soledad. Ahora que él descubre esta realidad tan intensa, ¿qué puede hacer? ¿Cómo sobrevivir una disyuntiva así a los 70 años?
Hemos pasado momentos difíciles, tensos. Ambos venimos de experiencias bien distintas y ambos respondemos a situaciones de manera también bien distintas. Eso no es raro no hay dos personas en el mundo con exactamente la misma experiencia y percepciones. Mi radicalidad es evidente y su tradicionalidad es igual de evidente.
Como hombre al fin, Jaime puede hacer comentarios bien arrogantes y a veces me antagoniza. Jaime tiene opiniones fuertes sobre muchas cosas y no se limita en expresarlas y hacerlas sentir. Su moralidad es conservadora, su opinión sobre mi relación con mi hija, Rebeca, me incomoda. El piensa que debo de continuar asumiendo total responsabilidad por ella, yo creo que le hago un daño, pienso que ella tiene que rehacer su vida y ser independiente. Él ve eso con recelo.
Jaime es desconfiado y cuestiona mis actividades políticas en Estados Unidos. Crítica el español que hablo. Disfruta de mi sexualidad, pero percibo sus juicios sobre mis preferencias.
En resumen, él cuestiona de forma tajante muchas de mis decisiones, mis valores y me confronta. Eso crea mucha tensión. Más, sin embargo, mi amante quiteño tiene un no sé qué, que me cautiva, me envuelve y me hace querer más y más de él.
Oh, que dolorosa frustración. Que familiar es esta sensación de fracaso, de desesperación. Siento y veo tan claramente la situación, he estado aquí en esta disyuntiva quizás demasiadas veces. Me encuentro dispuesta a dar todo, sí, todo, mi tiempo, mi cuerpo, mi espacio, mi vida, y todo lo que tengo materialmente por su amor, pero él no es capaz de ver o reconocer lo excepcional de esta oferta. Su mundo y como él lo entiende y lo percibe no le permite ver lo nuevo, lo grandioso, lo espectacular de esta oferta. La oferta de una aventura, una invitación a una nueva vida llena de tentadoras incertidumbres y reconstrucciones, de tanteos, de creaciones nuevas, de nuevos te quiero. La maravillosa oferta de, ven conmigo, yo te guio. La invitación de ven y vive conmigo la realidad de todos mis locos sueños. Ah, si pudieras verme.
Me quema el frio de su distancia. Y él me impone una distancia que casi paraliza mis intenciones y enmudece mi corazón. Estamos recostados en la misma cama sin cercanía alguna, es como si todo un océano nos separara. No hay ternura y hoy lastimosamente, no hay intención de prolongar los tiempos justos.
Mañana ya nos vamos, Jaime me dejará en Santo Domingo, yo regresaré a Santa Elena, él seguirá para Quito. Estoy penosamente cansada de finales tristes y desgarradores. Jaime mi amor, como quisiera que fueras el personaje principal de mi más reciente y preciado cuento, con un final feliz. Pasé contigo unos días hermosos y felices, gracias de nuevo mi amor. Conocí y aprendí muchas cosas sobre la costa y sobre este bello país tuyo, Ecuador. Espero que para ti esos días fueran también felices e interesantes, como lo fueron para mí.
Ya de regreso sabía que los primeros días serian difíciles, que la separación se iba a sentir y pensé que tenía que prepararme para retomar mi rutina, mi vida. Después del choque inicial, dejé pasar unos días para saber más claramente cómo me sentía. Quería saber el impacto que el conocerte y amarte había tenido en mí y en mis sentimientos.
Para decirte la verdad, he estado triste. Siento un vacío en mi alma y en mi vida. Pienso en ti, mi amor. A veces me arrepiento de no haber disfrutado de tu presencia más. Me refiero no a lo sexual, pero a algo más profundo aún, me refiero al no haber disfrutado completamente lo más íntimo de tu persona, tus sentimientos.
La última noche dormimos separados, lejanos y me arrepiento de eso. Todo ese tiempo que pasé acostada a tu lado y no nos tocamos, ni física ni emocionalmente, ¡qué tiempo perdido! Ahora que no estas a mi lado pienso que perdí una gran oportunidad para tenerte cerca, y lo lamento.
Durante los días que pasamos juntos conocí tu cuerpo, pero apenas conocí tu emocionalidad. No supe si mi visita y el conocerme te habían impactado, de alguna manara. No supe si había dejado huella en tí. Creo que parte de lo que sí conocí de ti, es precisamente eso, te es difícil compartir emociones y no te sientes cómodo hablando de lo que sientes. Aunque compartiste cosas sobre tu vida, tú pasado, experiencias negativas y frustraciones dolorosas, no me dijiste cómo te sentías con respecto a mí. No me dijiste qué sentías por mí y qué emociones había despertado en ti.
En el carro de regreso a Santo Domingo, hablamos un poco del futuro. Pensamos dejar pasar el tiempo para darnos un espacio para cambiar tu situación personal, tu limitada libertad y para decidir sobre mi hija. También hablamos de comunicarnos. Esas cosas estaban claras, además dijimos del interés de seguir tanteando la posibilidad de una vida juntos y ver lo que podemos construir. Aunque para decirte la verdad, sobre eso no te oí decir un contundente, sí.
María Elena termina este relato de la misma manera en que lo comenzó, dudando y anticipando la desilusión, diciéndose así misma: “No sé porque todavía me asombro al sentir que ésta es la única posible experiencia al intentar construir una relación con un hombre”. Qué triste es vivir de nuevo la sensación de que en este mundo es casi imposible el dar y sostener una relación amorosa que recoja las pasiones más desprendidas e imaginables, una relación que regale la promesa de un mañana, que regale la simpleza de un, soy tuya.
Relato de los silencios
Se repite la historia. Jaime añadió a su ausencia, su silencio. Él se quedó en ella por algún tiempo. Estos relatos trágicos del desamor y la tristeza tienen razón de ser si logramos realmente ver y entender a María Elena. María Elena es la escritora de la tragedia diaria, de los amores desgarrados y así es cómo ella imagina, vive y escribe.
Último poema del desamor. Ya no puedo escribir para ti. Ya no puedo cantarte más canciones. Has roto el encanto, pues tu ausencia y silencio han creado una gran muralla de desengaño y tristeza. Tú no eres quien yo quise que fueras. No eres quien yo necesito que seas, libre, apasionado y deseoso de mi seducción, de mi manera de amar. Por eso mi amor ya no puedo cantarte ni escribirte más, aquí acabo.
Tu amor fue. Tu amor fue fuego encendido, volcán expresando pasiones. Pájaro en vuelo augurando felicidad. Noches en vela sementando la entrega. Cuerpos desnudos anticipando futuro. Tu amor es lo que fue, desilusión en marejadas candentes de sal, entregas no recibidas, besos solo parcialmente aceptados y tu amor hoy, es nada. Silencio, vacío, ausencia. Ojalá que este sea el último poema que escriba pensando en ti. Hay silencio.
Hay silencios que llenan de tristeza y vacían el alma. Hay silencios que sorprenden. Hay silencios que por inesperados te dejan tan desconcertada que tambaleas y no reconoces tu camino. Hay silencios que son espacios creados para sufrir, espacios para llenarlos de soledad. Sí, hay silencios que desgarran y asustan, solloza María Elena.
El silencio del amante. Por favor amor no añadas a tu ausencia el silencio de tu voz, imploró María Elena. Pero de nada valió. Ella sabía que había peligro y tomó el riesgo y ahora a vivir con el recuerdo y la desilusión. Réquiem para un amor que no llegó a nacer. Y yo pensé que podría darse. El lucia deseoso, interesado. Su pasión y pedidos de amor parecían verdaderos. Pero que rápido se perdieron en su mirada, ¡ah, qué mirada tan corta!. Mirada que sólo duró un segundo. Y por eso tristemente, este es otro réquiem para un amor que no llegó a nacer.
El silencio de la escritora, el silencio de mi voz. El mar y yo tenemos una relación íntima y viva, le hablo y él me contesta. Hay momentos que tenemos nuestras riñas. Fui al mar hoy y durante mi larga caminata me di cuenta de que llevo días sin sentir el océano. Estoy molesta con la vida, estoy molesta con el mar. Tres semanas ya de ambular por la vida dolida. Me ha sido difícil volver a escribir, he escrito borrones, poemas inconclusos, las ideas están en turbulentos movimientos y no puedo capturarlas en vuelo. En estos días no oigo las olas del mar, tampoco oigo a mi corazón ni oigo a mi íntima voz describiendo, relatando mis sentires. Hay silencio, estoy callada.
El silencio del mar. No puedo oír las olas del mar, no oigo el rugir apasionado de las olas augurando el beso, el abrazo. No puedo oír mi voz. Esa mi voz, mi más profundo reconocimiento de lo que soy y siento, está siendo callada por la furia con todo, con todos y sobre todo conmigo misma. Todo es silencio, silencio sin imagines que moldear, silencio sin pasiones que cultivar hasta así convertirlas en sonidos escritos. En estos días la creatividad está ocupada con el dolor, con los sinsabores del desamor y no quiere escucharse, peor aún no quiere escucharme. Es un silencio tan callado que abruma.
Pero hoy tengo deseos de imaginar y con mi lápiz y sobre papeles arrugados contarte de mí furia, ¿cómo es posible?, ¿cómo pudiste tú? ¿Cómo puedes echar a andar y cerrar la puerta con esa facilidad espeluznante, cruel?
El mar y yo llevamos días sin hablarnos, días sin sentirnos. Es como de repente estar sorda, muda y solo oír el vacío de la ausencia, el gemido del silencio. El silencio de la vida, y hoy ya no escribo.
Author Profile
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Ada Ivonne Vázquez es psicóloga. Nació en Puerto Rico y vivió por más de 25 años en Estados Unidos. En South West University, New Orleans, realizó sus estudios doctorales y en el Instituto de Psicoterapia y Normalización de Crisis, New York, sus estudios de post grado.
Ejerció su profesión como docente por más 10 años, además de mantener una práctica clínica por más de 15 años. Su área de especialización e investigación son los temas de género, particularmente la violencia contra las niñas y las mujeres.
De hecho, su tesis doctoral estuvo enfocada en el tema y se tituló "La terapia social como una efectiva metodología para prevenir la violencia familiar".
Además de su trabajo como feminista, le dedicó esfuerzos al trabajo comunitario en las comunidades afro-americanas y latinas en NYC, participando en esfuerzos organizativos relacionados con la garantía de los derechos democráticos de las comunidades pobres en la política de esa ciudad.
Actualmente reside en Ballenita, Santa Elena (Ecuador), donde se ha dedicado principalmente a la escritura literaria y al trabajo voluntario en organizaciones comunales y feministas.
Correo electrónico: ivonne100@aol.com
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